sábado, 22 de junio de 2019

Como componer una canción

Cuando tenía diecisiete años solo dos cosas pasaban por mi cabeza: la música y las minas. Tenia bastante claro que si triunfaba en una podía triunfar en la otra y no hace falta que les aclare cual es cual. Pasaba mucho tiempo escuchando discos en un viejo mini componente que tenían mis viejos en el living. Pasaba de León Gieco a Soda Stereo, Los Rodriguez y Joaquín Sabina. Repetía una y otra vez las mismas canciones mientras planeaba de que manera triunfar en la industria de la música.

Lo que más anhelaba era componer una de esas canciones que te erizan los pelos del brazo y hacen que las chicas suspiren. Tenía ese norte y batallaba inutilmente para alcanzarlo. Yo no quería cantar bien ni ser un guitarrista memorable, mi sueño era componer Petalo de Sal, Aves de Paso o Cerca de la Revolución y para lograrlo le dedicaba horas y horas a la guitarra, la birome y el papel. Era frustrante; después de todo un fin de semana exprimiendome la cabeza solo lograba una repugnante versión de un tema de otro autor. La escasez de recursos me obligaban a tomar una secuencia de acordes conocida e intentar una nueva letra y terminaba componiendo horripilantes versiones de El Salmón o Persiana Americana que me daba vergüenza compartir. Pasadas las horas lo único que había conseguido eran un montón de bollos de papel en el tacho de basura, un par de cuerdas desafinadas y la desazón de no haber estado a la altura de lo que mi ego pretendía.

Todo cambió una noche. LA noche. Recuerdo que me quede dormido vestido, con mi block de notas y una bic en los brazos. En el sueño estaba sentado en el banco del colegio, solo, con mi guitarra, un par de lapiceras y un montón de hojas a4 cuadriculadas.

El primero en entrar fue Fito, se acomodó a mi derecha y sacó un atado de cigarrillos del saco. Tenía la melena enmarañada y vestía desprolijo. Pude ver como le brillaban los ojos detrás de los lentes redonditos que acostumbra usar cuando por la puerta del salón entró, prolijamente vestido y con un bombín negro, Joaquín Sabina. Se sentó delante mío, apoyó el bombín sobre mi escritorio y me sonrió.

 - Que pasa Chaval! Que careto traes! Que estamos aquí para ayudarte, no te jode?

No terminé de salir de mi asombro cuando atravesó la puerta Cerati

- Traje un amigo, espero que no les moleste - nos dijo - y tras de el entro el Flaco Spinetta con unos lentes violetas y una sonrisa llena de paz.

- Que placer verlos! - dijo con voz aguda y serena dirijiendose a Fito y Sabina.

Mientras se acomodaban escuchamos un portazo y debajo de un sombrero tejano bastante particular aparecieron los rulos de Calamaro, que venía con unos lentes Ray Ban, un termo y un mate de cuero.

- Lo tuve que convencer - dijo señalando a León Gieco que venía detrás.

Se cebó un mate, se acomodó el ala del sombrero y me miró.

- Que paso, ah?, que estas naufragando en hojas en blanco - me dijo y saludó de lejos a Sabina que estaba prendiendo un cigarrillo.

- Bueno. Digo. Creo que estamos todos- dijo Fito mientras revoleaba las manos haciendo ademanes.

- Que iban a empezar sin mi?-

Esa voz crujiente e inconfundible es la de Charly, pensé. Me volteé a mirarlo y antes de que pudiera decir una palabra soltó un "Say no More", se sentó y cruzó las piernas.

- Cual es tu problema? - me preguntó Cerati mirándome a los ojos

Titubeé un segundo, tratando de ordenar los hechos en mi cabeza y buscando la respuesta más inteligente que pudiera darles.

- Es que no me sale nada- le dije- Yo quiero componer como ustedes y no me sale-

Charly dió un golpe en la mesa, sacó un aerosol del bolsillo de su saco, pintó un garabato en la pared y me miro con ojos desorbitados.

- Esto de jugar al pobrecito no sirve para una mierda - dijo - Empezá a tocar. Queremos ver que tenés-
Empecé a transpirar, estaba tenso, nervioso. Todos ellos mirándome, esperando algo de mi que yo no podía darles.

- Es que no tengo nada que mostrar- Les dije temeroso de que me devolvieran unos insultos.

Se miraron con desconcierto. León se empezó a reir y Sabina prendió otro cigarrillo.

- Asi es muy difícil. mmm. que podamos ayudarte .. eh.. Tenés que empezar con algo- me sugirió Calamaro.

- Empezá por la letra, calculo que es más fácil así- dijo Cerati.

- Ese es tu método- le respondió Fito - No hay que tener método, hay que ser más espontáneo. El talento sale de otro lugar. Primero empezá a tocar y a jugar y ahi vas a tener algo - me dijo mientras se acomodaba el pelo

- Chavales. Cada cual tiene su forma. Dejad que el crío empiece por donde le de la gana - les dijo Sabina.

- Vos porque sos medio desprolijo Joaquín- le dijo Spinetta - Mira pibe, lo importante es que encuentres tu forma y que escribas con el corazón -

- Mis cojones!- gritó Sabina

- Que escriba con la polla también, no te jode? -

Empezaron a discutir entre todos. Cada cual tenía su librito. Todos sabían por donde empezar una canción. Todos menos yo, que estaba perplejo y confundido. Intercambiaban experiencias y se chicaneaban unos a otros. Que "Tus letras no me dicen nada" o "Siempre usas rimas boludas" y "Cantás como una mina". La situación se volvía tensa y yo, que trataba de captar algo que pudiera servirme, movía la cabeza de un lado a otro como un espectador en un partido de tenis.

- Por ahí es mejor que nos vayamos, eh - dijo Calamaro - Otro día cuando tengas algo volvemos y nos lo mostras y listo -

- Empezá por una canción y traela, no importa que no te guste- me dijo León

-Eh tu ! Pero no la escribas en ningún sitio y no se la muestres a nadie - Agregó Sabina - Queremos ese privilegio -

Desperté más confundido de lo que me había acostado; pero feliz, ya que ahora, por fin, tenía una misión, un objetivo. Era claro. Necesitaba escribir una buena canción para mostrarles y ellos se encargarían del resto. Ellos le iban a dar el toque necesario para que sea una obra maestra. Voy a aprender, pensaba. Me van a decir cual es su secreto.

Estuve días y días intentando e intentando. Buscando secuencias de acordes y melodías vocales. A veces empezaba escribiendo un soneto o un par de versos y trataba de cantarlos; pero la tarea se volvió más difícil de lo que esperaba. Estaba muy presionado, tenía demasiadas distracciones y cada vez que sentía que estaba sobre la pista mis viejos me llamaban para que baje a comer o se hacía la hora de ir a la escuela. A veces, en el momento en que los engranajes empezaban a moverse, se hacía demasiado tarde para hacer ruido y mis viejos me gritaban para que me fuera a dormir y deje de hacer tanto quilombo.

Fue ahí cuando tuve la idea más maravillosa. Podía componer en mis sueños, donde no había límite de tiempo y el ruido no era un problema. Luego, al despertar, solo tenía que practicar una vez lo que había escrito y asunto resuelto. No fue hasta la tercera noche que conseguí componer mi primera canción. En mi sueño estuve 6 horas retocando letra, melodía y armonía. Corregía una y otra y otra vez. Iba buscando adjetivos, variaciones de acordes, graves y agudos, expresiones. Incluso trataba de robarles recursos a todos. Buscaba rimar algunas frases como Calamaro, usar metáforas como Sabina, tener frescura como Fito o Frasear como León.

Cuando desperté todavía tenía la sonrisa pintada de oreja a oreja. No solo había escrito mi primera canción si no que había logrado una obra maestra, tenia una de esas canciones que valen millones, una de esas que se vuelven un himno popular y se cantan en las canchas. Estaba realmente satisfecho. Había compuesto una canción maravillosa  No tuve tiempo de tocarla durante todo el día, así que solo la practique en un nuevo sueño. Era fantástica y cada vez que la tocaba sonaba mejor. El trabajo estaba hecho, incluso pensé en no mostrársela a ellos. Supuse, en un pequeño acto de arrogancia, que si la retocaban podrían arruinarla. Desafortunadamente la noche siguiente volví a soñar con el aula, los pupitres, la guitarra, la birome, el papel y los compositores. Todos me miraban en silencio. No volaba una mosca.

 - ¿Y pibe? - me dijo Spinetta

No pude sostenerle la mirada y opté por poner los ojos en un rincón del aula.

 - ¿Trajiste algo che?- agregó Fito

 - Si traje, pero no estoy seguro de querer mostrarla - les respondí

Hubo un murmullo generalizado. Algunos parecían molestos por la pérdida de tiempo; otros como Spinetta o Cerati buscaban animarme con dulces palabras de aliento.

- ¡Animate dale!. Tenemos ganas de escucharte - dijo Luis

 - Dale que estamos ansiosos- retrucó León.

 Agarré por fin la guitarra y empecé a cantar mi canción. Desde un principio logré cautivar su atención. Verso a verso que iba soltando generaba cambios en los rostros de todos. Al llegar el estribillo noté como algunos movían la cabeza con gesto de aprobación mientras otros no podían sacarse el gesto de asombro de la cara. Incluso antes de terminar la última estrofa pude ver una sonrisa clavada en la cara de Charly y como Fito le apretaba el hombro señalándole que era normal su emoción.

 -Bueno. Que... ¿que les pareció? - les pregunté, sabiendo de ante mano la respuesta.

Fito se sacudió el pelo y empezó a reír. Hizo unos ademanes con los brazos y soltó un aplauso mientras se reclinaba sobre el asiento. León y Charly me miraban perplejos. Cerati incluso comentó que tenía que grabar ese tema urgente, que tenía mucho potencial. Spinetta se secó unas lágrimas y comentó que mi canción lo había emocionado.

- Bueno. Ah. Creo que no tenemos nada que hacer nosotros.- dijo Calamaro

- Sin duda Andrés,. Creo que Él ya lo hizo todo - añadió Cerati entre risas

- Me parece que si te decimos algo va a ser perjudicial - agregó Fito.

- Para mi pibe, es una maravilla - dijo Spinetta mientras sonreía.

Uno a uno se fueron yendo del aula. Yo me quedé paralizado, porque esperaba algo más que elogios. Quería una sugerencia, una corrección, algo. Necesitaba que me aporten cosas significativas para poder nutrirme de ellos, para aprender y que no haya sido solo un acto de suerte, pero no fue así. Abandonaron el aula entre risas.

Cuando casi todos estaban afuera, Sabina se me sentó delante y me miro a los ojos; sacó un atado de cigarrillos y empezó a fumar. Una a una las voces de los otros se fueron apagando y cuando estuvo completamente seguro de que nadie podría oírlo me miro y dijo

- Tío, quiero que toques esa canción de vuelta para mi -

- ¿Otra vez? - le pregunté tembloroso.

- ¡Venga chaval!  Que no tengo tanto tiempo, coge la guitarra y vuelve a tocarla-

Le hice caso y toque mi canción de vuelta. Me pareció que sonó mejor incluso que la primera vez. Era mágica, tenía todo lo necesario para ser un éxito.

- Vale. Que es muy buena. Sabrás que yo hago canciones desde hace muchos años y no creo haber hecho una como esta - me dijo

El halago hizo que me ruborice. Sabina no lo sabía, pero de todos los músicos que había conocido ese día, el me parecía el mejor y mas completo componiendo canciones y sin duda era mi mayor fuente de inspiración. Me miro de nuevo a los ojos, se colocó el bombín y antes de irse lanzó una frase.

- Que pena me da. Porque la verdad es que, además, tienes bonita voz -

Cuando me desperté recordé todo el sueño. Podía recordar todo lo que había vivido, las conversaciones, los personajes, los movimientos, los sentimientos que había tenido. Todo menos mi canción. Hice un esfuerzo para traerla de vuelta pero fue inútil. Agarré la guitarra desesperado y traté de interpretarla pero no pude más que hacer otra de esas horribles versiones de canciones ya escritas. Se me había ido de la cabeza. No recordaba la melodía ni la letra ni nada. Ni siquiera pude retener el título. Entré en desesperación; había perdido lo más importante que iba a pasarme en la vida. Se me había ido de las manos. Estuve días enteros llorando a escondidas. Llorando de rabia, de impotencia. Como pude ser tan estúpido? Como no la pase al papel la noche después de componerla?. Durante varias noches trate de re escribirla en mis sueños pero tampoco me fue posible. No lograba hilvanar dos frases conmovedoras ni acertarle a unos acordes que me cautivaran. No me era posible volver a escribir esa canción ni ninguna otra que se le pareciera. Finalmente y después de destruir mi guitarra contra la pared caí en la cuenta de que nunca podría ser un compositor como todos aquellos que había visto.

Para calmar mis penas tomé todos mis ahorros y fui a una tienda de discos, necesitaba llenar el vacío con música. Empecé a revolver las estanterías y ver con nostalgia todas esas maravillosas grabaciones que me habían inspirado. Me encontré con que Sabina había sacado un disco nuevo, el primero desde que tuvo su problema de salud, y no dude en comprarlo. Llegué a mi casa, lo puse en el mini componente y me recosté en el sillón.

Entré en cólera al escucharlo. Estaba ahí, pude reconocerla, pude recordarla. En el track 3 iba mi canción, cantada por él y con algunas correcciones menores, pero era mi canción con su nombre en los créditos. ¡Que gallego hijo de puta!.

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