martes, 22 de octubre de 2013

Tengo un amigo de mierda

Tengo un amigo de mierda.

Me daña, me lastima, me hiere profundamente cada vez que lo veo.

Y aunque me duela decirlo, me cuesta alejarme de el.

Y me cuesta decirlo, porque el no poder alejarme me hace sentir prisionero.

 A veces quisiera hacerlo, pero ese rapto de libertad me dura poco tiempo.

Quizá la palabra prisionero sea demasiado grande para esto.

Que se yo, no estoy para analisis de vocabulario en este momento.

A menudo lo odio y a menudo lo amo.

Suelo disfrutar de su compañía, aunque no sea cuestión de todas las veces que lo veo.

Por momentos quisiera desterrarlo de mi vida, pero no puedo.

Tengo que reconocer que no es algo que me suceda muy seguido.

Es más normal no pensar en dejar de verlo sino creer que con el tiempo se va a alejar de mi.

Que se va a ir, como cosa natural.

Que va a ser el quien me abandone y no al revés.

Lo veo seguido, unas cuantas veces por día.

Algunos días lo veo 10 veces, otros días lo veo 15.

Rara vez paso un día sin verlo.

Recuerdo los días en que no lo vi.

No fue tan raro, no lo extrañé demasiado.

Solo lo extrañé de a ratos.

Pero - ay de mi- me basta con verlo una vez al día para querer volver a verlo.

¡Que amigo de mierda!.

¿Será un amigo?

Quizá sea un enemigo, aunque es duro decirlo asi.

Prefiero decir que es un compañero.

Un compañero de mierda, claro.

Me miento a mi mismo diciendo que me ayuda.

Me ayuda a calmarme, a tranquilizarme.

Hay actividades en que no puedo evitar encontrame con el.

Escribir, leer.

Ver una película.

Es un arma de destrucción masiva contra la soledad.

Cuando uno esta solo, corre en su compañía.

Es más fácil encontrarlo en determinados momentos del día, ya lo sabrán.

Después de comer es fija, siempre aparece.

Durante la noche también aparece, y puede aparecer muchisimas veces en una misma noche.

Es un compañero de mierda, y tengo una relación ciclotímica con el.

Ahora -por ejemplo- quiero verlo, siento que lo extraño.

Al principio lo veia muy poco, un par de veces por semana nada más.

Luego fueron un par de veces por día.

Y ahora, ya ven.

Se que de seguir así, tengo muchas chances de que me mate.

Tarde o temprano nos morimos, dicen los que se consuelan con demasiado poco.

Algún día me dejará, supongo.

Por si no se dieron cuenta, mi amigo, enemigo y compañero se llama Lucky Strike.