martes, 15 de septiembre de 2015

País berreta, política berreta.

Estoy exhausto de las elecciones que aún no vinieron. Supe ser paciente, escuchar argumentos, poner en la balanza de un lado la moralidad y del otro el pragmatismo. Intenté armarme de argumentos para justificar mis elecciones. Intenté redefinir mis propias convicciones. Puse la república por encima de la discusión ideológica berreta. Puse el pragmatismo político económico por delante del pragmatismo formal. Me di nauseas a mi mismo por intentarme convencer de lo que no estaba del todo seguro. Me cansé. Me cansaron. Ahora no solo pienso que son todos iguales. Todos. Si no que también pienso que hay mucho más en común entre ellos que entre alguno de ellos y yo. Algunos son un poco más sensibles a las necesidades populares - un poco quizá sea una exageración- , otros son ligeramente más institucionalistas - aunque todos levantan la bandera del liderazgo salvador, el patriarcado todopoderoso- , otros son algo más republicanos  -y revindican con exquisita pulcritud los alcances del estado-, otros son sencillamente más carismáticos. Estadistas, ninguno.

Me volví demasiado escéptico. Al extremo. Me cansaron los males menores, la continuidad por la continuidad misma y el cambio por el cambio mismo. "Sabemos que nos queda mucho por hacer"me dicen enfrascados en un traje de 4000 dólares mientras se reclinan en un estudio de televisión, como si el tiempo transcurrido no hubiese sido más que suficiente. "Ellos son peores" me escupen desde un atril, hiriendo mi honestidad intelectual y mi independencia de elección. "Vamos a hacer lo mismo pero bien" proponen sin proponer y se escudan con banderas falsas que no defienden ni critican.  "Patria o Buitres" me gritan, como si la línea moral del universo pasara por una definición judicial, como si ellos fueran la patria y los que no estamos con ellos fuéramos la escoria que despluma las perspectivas de país que todos tenemos.

Ellos me causan repugnancia. Ellos. La gente que los sigue no. La gente que los sigue me da pena. Una extraña sensación de pena por el conformismo o pena por la falsa rebeldía. Me causa pena la capacidad de repetir mentiras y la capacidad de criticar sin argumentos. Me causa pena que un millar de sufridos sostengan, caminen, militen, mantengan un sistema manejado por tipos que se enriquecen con la política. Me da mucha pena la falta de vuelo, la confianza en el patriarcado inviolable, nocivo, inimputable e inalterable. Me da pena la figura de seguidor, me parece absurdamente inocente.¿En que se convirtieron los partidos dominantes? En cajas registradoras. Máquinas de recaudar, innovadoras formas de lucrar con el estado.En grandísimos outlets manejado por cajeros esclavizados.

Y en algún otro rincón , en alguna fotocopiadora de un centro de estudiantes, en algún local usurpado de la ciudad; repletos de manifiestos, papers inconclusos y discusiones sobre cuestiones de forma están aquellos con los que debería empatizar, pero que en cada vocablo retroceden la historia 30 años y vuelven a proponer sistemas y teorías ridículas. Aquellos de aparente vuelo intelectual, que se carajean entre si por definir el grado de curvatura de una esfera. Los que por la delgada línea que separa una idea de otra son capaces de romper todo lo construido. ¿En que se convirtió la izquierda argentina? En la fotocopiadora de un centro de estudiantes que imprime hasta el hartazgo panfletos que proponen soluciones sin sustancia, armas sin balas, sopas sin sabor. En madejas de intelectualoides pesimistas que no se ponen de acuerdo en una definición de forma que justifique el fondo común.

La militancia tiene esa arista que no entiendo. Yo primero soy lo que pienso, lo que defiendo, y luego está - o estaría- aquel proyecto político que más se acerque a mi. No debería ser al reves. Me molestaría que así fuera. Soy lo bastante independiente y maduro como para creer, pensar y sentir por mi mismo. No comprendo esa idea de defender todo, lo que sea, solo porque lo dice La Jefa, El Jefe, tal o cual periodista. Creo que esa lógica conspira contra la idea de la participación política. Más aún si hablamos de partidos fuertes y dominantes donde la discusión de bases es un chiste de mal gusto.

No entiendo como se logra justificar todo. No existe - no le den más vueltas- excusas para sostener un desnutrido en un país como el nuestro. No se puede -no hieran mi capacidad de googlear- justificativo para mantener las cifras truchas de pobreza, inflación. No está bien -nada lo justifica- que la afamada "ley de leyes" se arme con premisas falsas. No me quieran explicar nada, no existe. No está bien y punto y ya no es algo simplemente de forma, es algo de fondo. Es una matriz de poder. El abuso de los recursos del estado no puede justificarse por oposición a un supuesto poder real o a un cuco invisible que viene a destrozar nuestros valores democráticos.

Tampoco entiendo aquellos que mastican la mierda y me describen lo sabrosa que está. No toda obra es buena, no toda obra está bien hecha, no todo lo que se gasta está bien gastado, y por otro lado, no es la guita de ellos la que ponen en riesgo como si jugaran un pleno, es la nuestra. Una aspirina calma un dolor de cabeza, pero no te cura una apendicitis, el Metrobus soluciona el tránsito de una arteria, no puede ser una solución común a toda la ciudad. Es un ejemplo bastante pelotudo, lo se y me anticipo a sus criticas, y otro día voy a escribir sobre urbanismo y desarrollo y como el gobierno de la ciudad hizo todo lo posible para convertir nuestra ciudad en un parque de diversiones espantoso. Otro día será. El punto es lo dañino que es para nuestro intelecto la obra por la obra en si, el orgullo de hacer sin saber que, el mecanismo de propaganda con el que nos bombardean para contarnos terceras inauguraciones de obras que aún no están terminadas o para decirnos los minutos que vamos a ahorrarnos de viaje sin explicar siquiera que una matriz de impacto urbano maneja algunas - digamos que unas 200- variables más que el tiempo de viaje entre un punto y el otro.

Estoy cansado. Escribir esto me cansa. Soy repetitivo. Prometo que el próximo posteo va a ser más divertido, más interesante y menos tedioso, lo importante es haber vuelto.